Hasta que somos adultos no nos damos cuenta de la gran importancia que tienen los valores de nuestros padres sobre nosotros. Cuando somos pequeños nos centramos en ir a la escuela, formar nuestra propia identidad y convertirnos en adultos. Por eso, es muy importante que los padres de hoy en día reconozcan la gran influencia que ejercen sobre sus hijos, así como las creencias, valores u objetivos que les transmiten.
1 – No subestimes su verdadero potencial
Uno de los principios más importantes que un padre le puede transmitir a un hijo es la confianza en uno mismo. Apoyar a los niños a superar grandes retos y ser mejores personas es fundamental para que sigan luchando por lo que quieren. Forjar esto en la personalidad es importante, para que consiga lo que se proponga.
2 -Ayúdale a conseguir sus sueños
Animar a los hijos a que persigan sus sueños no es una opción. Apoyarles en lo bueno y en lo malo, en todas las circunstancias es esencial para que sepan volver a levantarse y seguir luchando, día tras día. Hay que tener en cuenta que necesitarán el apoyo de sus familiares en cada paso que den hacia esa nueva etapa.
Cuando una persona apoya nuestros sueños sentimos alivio, alguien más cree en nosotros. Si realmente quieres a tu hijo es importante que lo apoyes en sus sueños y objetivos, porque es muy difícil encontrar algo que te apasione realmente en la vida.
3 – No hay que cambiar quienes somos
Personalmente, creo que en la vida, no importa cuántos altibajos tengas, en el fondo sigues siendo el mismo niño que eras hace unos años. Realmente, nuestra propia esencia o nuestra naturaleza, no cambia. Podemos hacer cambios positivos y ser mejores personas, pero nuestra infancia siempre será parte de la identidad.
Mis padres siempre me han transmitido el valor de que la familia es lo más importante y que pase lo que pase, sea bueno o malo, siempre estarán ahí. Desde mi punto de vista este es uno de los valores fundamentales en un núcleo familiar.
4 – Nadie es mejor que nadie
Debemos aprender el valor de que nadie es mejor que nadie, que todos somos iguales. Si desde el núcleo familiar se transmite la igualdad entre géneros, razas, culturas o apariencias podremos construir una sociedad mejor. Las comparaciones son odiosas, nadie quiere que le digan “Javier sacó mejor nota que tú”, no. Cada uno tiene su propia nota y debe hacer lo posible por superarse a sí mismo, no a los demás.
De la misma forma, debe ser bondadoso con los demás. El invierno pasado nos encontramos con un señor que vivía en la calle. Nadie lo escuchaba. Mi madre y yo decidimos pararnos. Lo único que quería era una bufanda para poder abrigarse. Así que proporcionamos una bufanda, unos guantes y un gorro nuevo. Este es un ejemplo, es el valor de la bondad.
5 – La vulnerabilidad es necesaria
Mostrarnos tal y como somos es necesario para comprender las debilidades del otro. El emocionarse con los hijos no es signo de debilidad, si no de fortaleza y confianza. Resolver los problemas, expresarle al otro cómo nos sentimos ante un conflicto, muestra nuestro interior y ayuda a que los demás nos comprendan mejor.
6- Solucionar los problemas antes de dormir
Puede parecer una tontería, pero lo cierto es que es un consejo muy útil. No importa sobre qué hayáis discutido y cuál sea el problema, nunca debéis ir a dormir sin haberlo solucionado. De esta forma podréis dormir tranquilos y despertaros al día siguiente de buen humor, celebrando el comienzo de un nuevo día.